No le tengo miedo al Cisma, el papa Francisco desafia a las acusaciones de los sectores más conservadores del catolicismo
15.09.2019
El Sumo Pontífice hizo frente con este comentario a las acusaciones de "comunista" de los sectores más conservadores del catolicismo.
El papa Francisco, atacado frontalmente por católicos conservadores que lo tildan de "comunista", asumió este martes su discurso social inspirado en Juan Pablo II y dijo no tener ningún miedo de un cisma dentro de la Iglesia. "Rezo para que no haya cisma, pero no tengo miedo", declaró Francisco a la prensa, en el avión de regreso a Roma tras visitar Mozambique, Madagascar y Mauricio.
El Vaticano no sería el Vaticano sin sus intrigas e internas. Y esas confabulaciones y peleas suelen terminar mal.Todos los papas de los últimos 40 años las sufrieron. Juan Pablo I no tuvo tiempo de experimentarlas; fue encontrado sin vida en su cuarto, en septiembre de 1978, un mes después de haber asumido su pontificado. Las intrigas llegaron después, en la forma de teorías conspirativas sobre su muerte, que fue el resultado -según se comprobó más tarde- de un ataque cardíaco.
Las internas no fueron benignas con su sucesor, Juan Pablo II, y terminaron en un cisma, el primero desde 1870, cuando los viejos católicos abandonaron la Iglesia luego de cuestionar la infalibilidad papal. En 1988, el arzobispo tradicionalista francés Marcel Lefrevre -crítico del concilio Vaticano II y defensor ferviente de la misa en latín- consagró obispos en abierto desafío a Karol Wojtyla, quien no lo había autorizado. Fue entonces excomulgado y creó la Fraternidad San Pío X.
Las disputas fueron bastante más despiadadas con Benedicto XVI. El estallido del escándalo del Vatileaks -la filtración de documentos privados que describían un mundo de corrupción y extorsión y de un lobby gay en la jerarquía eclesiástica- lo desgastó hasta que, agobiado, renunció en 2013, ocho años después de haber asumido.
A Jorge Bergoglio no le faltan internas desde que se convirtió en papa, hace seis años y seis meses. Pasado el asombro global por la elección del primer pontífice latinoamericano, las disidencias comenzaron a surgir. La primera y más abierta fue la dubia a la exhortación apostólica Amoris Laetitia, en la que un grupo de cardenales cuestiona como demasiado flexible su posición sobre los divorciados vueltos a casar.
Ese grupo estuvo encabezado por el cardenal Raymond Burke, el rival más frontal de Francisco. Hoy este religioso norteamericano, que fue desplazado por el Papa de varios puestos importantes de la curia, es la cara más visible y empecinada de un grupo de católicos ultraconservadores que no esconde su rechazo a Bergoglio ni su voluntad de forzarlo a renunciar aunque su empeño parezca improbable.
Tal es la determinación de ese grupo -formado en su mayoría por religiosos, dirigentes y empresarios norteamericanos- que el propio Pontífice habló de un cisma esta semana, cuando volvía de su viaje a África.
"Siempre está la opción cismática en la Iglesia. Es una elección que el Señor deja a la libertad humana. Yo no les tengo miedo a los cismas. Rezo para que no se den, porque está en juego la situación espiritual de tantas personas", dijo el Papa.
Y advirtió, él también desafiante, que es un "honor ser atacado por los norteamericanos" y habló de cómo la ideología se metió en la religión.
Fue una de las primeras veces en las que Bergoglio se manifestó abiertamente sobre la nueva fractura en Iglesia sin descartar esa posibilidad. Si la oposición a los últimos dos papas desembocó en un cisma y en una renuncia ¿cómo terminará entonces la resistencia ultraconservadora a Francisco?
Fuente: CONSENSO PATAGONICO