El año de la oposición: la división del peronismo, la reaparición de Cristina Kirchner y el nuevo vínculo de los gobernadores con el Gobierno
30.12.2017
El peronismo termina su segundo año como oposición y atraviesa una etapa de reconstrucción. La ex presidente aún divide a los dirigentes que forman parte del PJ.Los últimos días del segundo año de gobierno de Mauricio Macri comienzan a caerse del calendario con facilidad.
El 2017 del oficialismo termina entre discusiones parlamentarias para sacar leyes clave para el programa de gobierno del Presidente y negociaciones con elperonismo no kirchnerista, la oposición con la que el jefe de Estado pudo lograr acuerdos y crear un clima de gobernabilidad sin demasiados sobresaltos.
El peronismo, en todas sus vertientes, afrontó un año con fuerte protagonismo en el debate público. Ocupó un lugar central en la elección nacional y también en la discusión parlamentaria de las últimas semanas. Tuvo una figura de peso histórico y futuro incierto que ocupó el escenario de la política nacional de una forma abrumadora y torpe. Cristina Kirchner, una vez más, fue protagonista del extenso año de campaña que se vivió en Argentina. Las peleas internadas del PJ y las estrategias electorales del oficialismo tuvieron como eje principal el comportamiento de la ex mandataria.
Cristina Kirchner ocupó el centro de la escena en el Senado
En los primeros meses de 2017 el peronismo atravesaba un tiempo de crisis absoluta. Dividido en el Congreso, desorganizado en las instituciones y fracturado en el plan de acción, se sometió a una discusión que duró seis meses. El futuro judicial y político de Cristina se instaló en las oficinas de los principales dirigentes del peronismo durante la primera parte del año. En ambos caminos su derrotero fue adverso.
¿Se presentará como candidata a senadora? ¿Volverá a liderar el peronismo? ¿Y si termina presa? Las preguntas se repetían cada día en el Congreso y en las oficinas céntricas de diputados y senadores de la oposición. Hubo un sinfín de análisis fallidos que quedaron en el camino. Otros tantos, fueron acertados y anticiparon el resultado final. La ex presidente se presentó como candidata y perdió la elección. Entró al Senado y acentuó las diferencias en el peronismo. Su sola presencia, al día de hoy, genera división en el espacio político que integra y le permite al gobierno nacional mantener un contrapunto entre el pasado y el presente que le resulta útil para capturar el apoyo de aquellos que rechazan a la ex presidente.
El oficialismo apuesta a negociar con el peronismo en el Congreso (Amilcar Orfali)
El martes 13 de junio, antes de que cayera el sol, Cristina Kirchner pateó el tablero de la política nacional. Creó Unidad Ciudadana, juntó a la mayoría de los intendentes de la provincia de Buenos Aires y dio una señal clara de que estaba dispuesta a volver al ruedo. Diez días después, en su departamento de Recoleta, se lo terminó de confirmar a su ex ministro del Interior Florencio Randazzo. Le dijo que iba a ser candidata y que no iba a aceptar competir con él en unas PASO. Cerca de la medianoche de aquel 23 de junio, el peronismo se atomizó. Fue un segundo golpe a los intereses del PJ. El primero fue el día que Maurio Macri se ganó el derecho a ponerse la banda presidencial.
Para ese entonces, la fractura expuesta del peronismo había ocupado un lugar preponderante en los medios de comunicación. La atención de la dirigencia peronista estaba puesta en lo que sucedía en Buenos Aires. Los gobernadores, principales referentes del PJ Nacional, estaban atentos a lo que pasaba en la provincia más poblada del país, pero no se metían en las negociaciones entre Cristina Kirchner, Florencio Randazzo y los 52 intendentes peronistas de la provincia. En definitiva, pensaban que la discusión sobre el camino que tenía que seguir el PJ y el destino al que había que apuntar, comenzaría a darse con los resultados de las elecciones impresos en las tapas de los diarios. Tenían razón.
Florencio Randazzo fue candidato por el PJ y protagonista de una extensa discusión con el kirchnerismo (Nicolás Aboaf)
El gobierno nacional obtuvo un triunfo clave para el fortalecimiento de la alianza Cambiemos y la gobernabilidad en los dos años que le quedan al mandato de Mauricio Macri. Lo logró luego de un año marcado por medidas que afectaron el bolsillo de gran parte de la sociedad, como el caso del aumento de tarifas, el boleto de transporte, el combustible y los alimentos. La estrategia electoral se basó en posicionar a Cristina Kirchner como principal adversaria y de esa forma mantener partido en tres al peronismo. Además de la ex presidente, compitieron Sergio Massa y Florencio Randazzo. La negativa de la ex jefa de Estado a competir en una interna con su ex ministro la terminó perjudicando. Si hubieran sumado los votos, el peronismo hubiese logrado un triunfo en una elección que fue reñida y polarizada.
En paralelo al tiempo electoral, los legisladores que responden a los gobernadores del PJ comenzaron a trabajar en lo que hoy es el interbloque "Argentina Federal". Miguel Pichetto, Diego Bossio y Pablo Kosiner fueron los principales dirigentes que se ocuparon de tejer alianzas en el Congreso para conformar un espacio compacto que se diferencie del kirchnerismo y el massismo. Esa fue la forma de crear una expresión nueva que trascienda el debate parlamentario y en la que se apoyan los mandatarios provinciales para iniciar un proceso de reconstrucción del peronismo. Una tarea que tiene como condición ineludible que Cristina Kirchner no lidere el nuevo tiempo.
Miguel Ángel Pichetto es el hombre clave de los gobernadores en el Senado (Charly Diaz Azcue / Comunicación Senado)
Esa condición es inversamente proporcional a lo que quiere el kirchnerismo duro, que en la actualidad es la primera mayoría en la Cámara de Diputados y que pretende que la ex presidente vuelva a tomar las riendas del espacio político. El principal argumento que tienen aquellos que apoyan a Cristina son los números. Es la dirigente que más respaldo popular tiene según la mayoría de las encuestas. No hay ningún gobernador que en la actualidad pueda equipararla. Pero, aún así, ese apoyo no le alcanzaría en un futuro para poder encolumnar a la mayoría del peronismo y transformarse en una competidora viable para las elecciones presidenciales. Los últimos comicios fueron una muestra de la pérdida de poder. Los peronismos provinciales decidieron competir en paralelo al kircherismo y perjudicaron la performance del espacio que lidera la ex mandataria. Su fuerza electoral se licuó de norte a sur del país.
El peronismo no kirchnerista comenzó a tomar forma en las últimas semanas y tiene como objetivo sumar aliados durante el 2018. Sus integrantes -diputados, senadores, dirigentes y gobernadores- consideran que de allí puede salir el próximo líder del PJ. Ese espacio concentra a la mayoría de los mandatarios provinciales, Florencio Randazzo, 35 diputados liderados por Pablo Kosiner, el hombre de Juan Manuel Urtubey en la Cámara baja, y 25 senadores que conduce Miguel Pichetto, el dirigente de mayor peso político que tienen los gobernadores en el Congreso. Ese espacio será el principal negociador que tendrá el gobierno de aquí en adelante.
Sergio Massa no renovó su mandato en la Cámara de Diputados y mantiene la duda sobre su acercamiento al peronismo (Adrián Escandar)
El futuro de Sergio Massa, dirigente que proviene del peronismo, es una incógnita. Mientras algunos de los diputados que están en el Frente Renovador comenzaron a frecuentar el PJ nuevamente – como el caso de Felipe Solá y Facundo Moyano – el ex intendente de Tigre aún mantiene el misterio sobre si volverá al peronismo para intentar mostrarse como una alternativa o continuará tratando de lograr ensanchar el frente que fundó en el 2013. Los últimos resultados electorales no lo ayudan. En el 2015 y 2017 el Frente Renovador bajó consecutivamente el porcentaje de votos, una muestra de que mantener la avenida del medio (entre el peronismo y el oficialismo) es una tarea demasiado compleja.
En la provincia de Buenos Aires el peronismo cambió de mando. Los intendentes Gustavo Menéndez y Fernando Gray tomaron el poder que dejó Fernando Espinoza. Entonces, el PJ modificó el destino hacia donde dirigirse. La nueva conducción apuesta a un peronismo más dialoguista y a un partido que le abra las puertas a aquellos dirigentes que se separaron del kirchnerismo en los últimos años. Intentarán ser mediadores en una negociación nacional y tumultuosa. El objetivo siempre es el mismo: la unidad. Sin unidad, será difícil generar una alternativa al gobierno de Macri. Lo saben todos en el peronismo. Tendrán que armar un rompecabezas y cada uno deberá saber qué pieza le toca poner.
Los gobernadores del PJ jugarán un rol clave en la reconstrucción del peronismo (Télam)
La discusión que aparece en el horizonte de la oposición tiene que ver con la identidad que tomará el peronismo no kirchnerista, el rol que Cristina Kirchner jugará en el Congreso, la unidad que puedan lograr los sectores de izquierda, la integridad que pueda mantener el kirchnerismo y la capacidad de adaptación que tenga el Frente Renovador. Cambiemos buscará negociadores. Los necesita. No tiene mayoría en ninguna de las dos Cámaras y, además, tiene que generar consensos que le permitan gobernar con tranquilidad en los próximos dos años.
En los primeros dos años, Macri encontró en el massimo y el frente jusiticialista a dirigentes dispuestos a lograr consenso. Los próximos dos años los principales protagonistas serán los gobernadores del PJ. Así lo demostró el acuerdo que logró el Gobierno con ellos para poder aprobar la reforma previsional. Pero, en algún momento, empezarán a tensar la cuerda y deberán mostrarse como una oposición más dura. Será cuando las elecciones se acerquen y haya que confrontar con Mauricio Macri o el candidato a presidente que represente al oficialismo en el 2019. Para ese entonces, el peronismo deberá tener más certezas y menos dudas.
Fuente: CONSENSO PATAGONICO