Caputo y la ingeniería del colapso: ¿puede el Estado autofinanciado garantizar servicios esenciales?
27.06.2025
Obligar a organismos públicos a prestarle al Tesoro es una jugada de emergencia que oculta un dilema mayor: si esos recursos no vuelven a tiempo, hospitales, escuelas y servicios sociales pueden entrar en parálisis. La Argentina de la autodeuda enfrenta el riesgo de una disfunción operativa generalizada.
Caputo y la ingeniería del colapso: ¿puede el Estado autofinanciado garantizar servicios esenciales?
Obligar a los entes públicos a prestarle al Tesoro puede sonar como una maniobra técnica. Pero detrás de esa fachada hay una verdad inquietante: si los recursos no se devuelven a tiempo, hospitales, escuelas, trenes y servicios sociales pueden paralizarse. La Argentina de la autodeuda camina por la cornisa de una disfunción operativa sin precedente.
Una arquitectura de urgencia
Lo que Caputo ha diseñado no es un simple mecanismo fiscal: es una **ingeniería financiera de última instancia** que busca sostener al Tesoro nacional drenando recursos de los propios organismos públicos. Bajo el argumento de “optimizar la liquidez ociosa”, el decreto 425/2025 impone una lógica compulsiva que transforma a instituciones prestadoras de servicios en financiadoras involuntarias del déficit.
Contabilidad creativa o sabotaje funcional
La sostenibilidad fiscal no se resume en gráficos. El Estado es sostenible cuando el hospital tiene insumos, el tren funciona, las universidades dictan clases y el sistema previsional paga a tiempo. Si ANSES, PAMI, universidades, empresas estatales o entes descentralizados comprometen sus disponibilidades en letras del Tesoro, su capacidad operativa se vuelve rehén de la devolución futura de ese dinero.
> “Es como quitarle el suero al paciente para financiar la farmacia” — advierte un especialista en gestión hospitalaria consultado para esta nota.
El riesgo concreto: parálisis de servicios
Sindicatos de salud y educación ya anticipan el problema: **sin fondos disponibles**, la compra de insumos, el pago a proveedores, el mantenimiento edilicio o incluso los sueldos podrían retrasarse. ¿Quién responderá si el Tesoro no gira esos fondos en tiempo y forma? ¿El Ministerio de Economía tiene un plan de contingencia? Hasta ahora, silencio.
Universidades: saber sin recursos
Autoridades de varias universidades nacionales —que administran sus propias reservas y fondos fiduciarios para investigación— aseguran que la medida las obliga a **inmovilizar recursos clave**. En un contexto de inflación de costos y paritarias no resueltas, esta inmovilización puede frenar programas científicos o tareas esenciales como el pago a becarios.
Transporte y energía: servicios al borde
Las empresas públicas de transporte y energía también están en la mira. Si deben colocar excedentes en instrumentos ilíquidos del Tesoro, corren el riesgo de quedar sin respaldo para contingencias operativas. Esto **podría derivar en parálisis técnicas**, como falta de repuestos o servicios interrumpidos, con fuerte impacto en la población.
Testimonios desde adentro
Un funcionario de rango medio de una empresa estatal —que pidió reserva— lo sintetiza así:
“Estamos prestando plata que no sobra. Si pasa algo y la necesitamos, no la vamos a tener. Es suicida”.
Desde gremios hasta equipos de gestión financiera, la preocupación se extiende silenciosamente: nadie quiere quedar en la foto del ajuste, pero todos advierten que la lógica de autofinanciamiento es insostenible en términos operativos.
¿Qué dice la letra chica?
El decreto no aclara plazos de devolución ni condiciones de liquidez de los títulos. Tampoco garantiza que estos fondos estarán disponibles cuando los organismos los necesiten. En la práctica, se traslada un problema fiscal al plano funcional, con el riesgo de generar cuellos de botella en la administración cotidiana del Estado.
El fantasma de la disfunción
¿Puede el Estado autofinanciado garantizar lo esencial? La respuesta dependerá del calendario: si hay demoras en pagos o atrasos en devoluciones, la maquinaria pública se detendrá. No por paros ni por protestas. Por falta de liquidez.
Lo que hoy se presenta como una estrategia de ahorro podría volverse un factor de colapso operativo. La ingeniería del colapso no llega con ruido: llega con decisiones técnicas que silenciosamente **desmontan los engranajes que sostienen la vida diaria del Estado**.
"La eficiencia de un Estado no se mide por su balance, sino por su capacidad de sostener lo esencial” y “Lo urgente puede justificar decisiones extraordinarias, pero no debe normalizar lo insostenible". El camino elegido por la gestión de Milei, adrede o no, es el pragmatismo económico, sin que tome la dimensión de esta decisión política que “cuando se vacía la caja chica del Estado, lo que se empieza a vaciar es la promesa de gobernabilidad”.
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Fuente: CONSENSO PATAGONICO