TURISMO

¡Qué cosa las cosas que hay que llevar en vacaciones!

07.01.2022

Hoy, en exclusiva, desde la vida cotidiana, nuestro corresponsal Adrián Stoppelman, analiza el problema de tener que ir de vacaciones y elegir qué cosas llevar. Léelo, no sea cosa que te olvides alguna cosa.

¡Qué cosa las cosas que hay que llevar en vacaciones!

Hoy, en exclusiva, desde la vida cotidiana, nuestro corresponsal Adrián Stoppelman, analiza el problema de tener que ir de vacaciones y elegir qué cosas llevar. Léelo, no sea cosa que te olvides alguna cosa. 

¡Qué cosa las cosas que hay que llevar en vacaciones!



(El siguiente texto está basado en un clásico monólogo de uno de los más grandes humoristas del stand up: George Carlin. Y dice:)

Las vacaciones te presentan varios inconvenientes. Uno de los más complejos es elegir qué cosas te vas a llevar. Porque no podés ir sin nada, y tenés demasiadas cosas.

Y tenés que poder ponerlas en algún lado, porque ese es, finalmente, el sentido de la vida: encontrar un lugar para poner tus cosas.

Y llegás al lugar de destino de las vacaciones y te das cuenta de que te olvidaste alguna cosa, o que hubieras preferido traer otra cosa en lugar de la cosa que trajiste. Porque tal vez trajiste una cosa que te gusta, pero extrañás otras cosas que no se pueden acarrear.

Y esas cosas las tenés que dejar en tu casa, que no es ni más ni menos que el depósito donde guardás todas tus cosas.

Si no tuvieses tantas cosas, no necesitarías una casa. Pero uno tiene que salir de la casa porque se quiere ir de vacaciones. Y hay que cerrar con llave y poner la alarma y tratar de que no se note que te fuiste y está vacío porque... uno no quiere que venga alguien y se lleve alguna cosa, ¿verdad?

Lógico: cuando entran, lo primero que se llevan son las mejores cosas. Nunca se llevan las porquerías que guardás. No. Lo que buscan son las cosas buenas. A nadie le importan tus boletines de la secundaria, la camiseta de All Boys campeón 72, tu colección de boletos capicúa. A los chorros les interesan las cosas que valgan algo, las cosas con las que puedan hacer alguna cosa.

¿Qué quiero decir? Que tu casa, más que un hogar, es tan sólo una gran pila de cosas con tapa. ¿Y para qué necesitás un lugar para guardar tus cosas? Para que estén a salvo mientras salís a la calle a buscar... ¡más cosas! Porque para eso vas a trabajar. Para poder tener cosas y más cosas.

¿Cómo se llega a esto? Fácil. Empezás consiguiendo una cosita, después otra, y luego pasás de las cositas a las cosas, y cuando te querés acordar ya no tenés más lugar para poner más cosas.

Y entonces te tenés que mudar a una casa más grande. ¿Y todo por qué? ¡Porque tenés demasiadas cosas!

Y uno se siente a gusto con sus cosas. En cambio, en casa ajena, uno no se siente tan cómodo.  ¿Sabés por qué cuando estás en casa ajena nunca te sentís como si estuvieras en tu casa? Porque no hay lugar para TUS cosas. Son las cosas de otros, las porquerías que tienen los otros las que ocupan todo el espacio. 

¿Y te diste cuenta que las cosas de los otros son porquerías, y tus porquerías son cosas?

El problema viene cuando te tenés que ir de tu casa, por ejemplo, de vacaciones. Y tenés que llevarte ALGUNAS de tus cosas, porque no te podés llevar TODAS tus cosas.

¿Llevo esta cosa o no llevo esta cosa? He ahí la cuestión. Porque ahora tenés que llevar una versión reducida de tu casa. Una segunda versión de tus cosas.

Y te vas de vacaciones. Con un par de valijas, y un bolso, y una cartera, y hasta tenés llenos de tus cosas los bolsillos. Y llegás al depto o al hotel y empezás a acomodar tus cosas: unas cosas por acá, otras cosas por allá, tu pareja pone sus cosas por allá, vos tus cosas por acá y se ponen de acuerdo “¿Qué te parece si yo pongo acá mis cosas?” “Bueno, pero no ocupes todo el lugar porque yo también tengo que poner mis cosas”.

Ojo: puede pasar que si la habitación es grande, te des cuenta de que... ¡tenés más espacio que cosas! “¡Voy a tener que comprar más cosas para llenar el vacío!” te decís, para tratar de acomodarte a la nueva realidad tuya y de tus cosas.

Y entonces te llaman unos amigos para que vayas a pasar un fin de semana con ellos que tienen una casita por ahí cerca. Y entonces… “¡Uy, noooo! ¿Y ahora qué cosas llevo?” Problemón: tenés que empacar una versión aún más pequeña de tus cosas. ¡La tercera versión de tu casa! Y tenés que llevar la cantidad de cosas justas para pasar un par de noches.

Y vas a casa de tus amigos y de repente te das cuenta de que tenés tus cosas en tu casa, otra parte de tus cosas en tu destino de vacaciones, y ahora tenés otras cosas en la casa de tus amigos. ¡Tus cosas están empezando a conquistar el mundo!

Llegás a la casa de tus amigos y te dan una pequeña habitación. Y ahí acomodás algunas de tus cosas por aquí, otras cosas por allá, no hay mucho lugar para poner cosas, pero no es problema porque ya no tenés tantas cosas y el lugar es pequeño a propósito: para que los invitados no traigan demasiadas cosas y no se queden mucho tiempo. Nadie resiste mucho tiempo sin sus cosas.

Y estás lejos, muy lejos de tu casa y de tus cosas, pero te sentís tranquilo porque al menos tenés un par de cosas tuyas contigo.
Y en eso, los dueños de casa te dicen: "Che, llamó Carlos, que nos invita a pasar la noche en su quinta".

“¡Noooo! ¿Y ahora qué cosas llevo?” Tenés que empacar una versión más pequeña de tus cosas. ¡La cuarta versión de tus cosas! La mínima expresión de todas tus cosas: lo que sabés que vas a necesitar si o si: los anteojos, cepillo de dientes, pasta dental, plata, llaves, remedios, el celular, cargador, una muda de ropa interior y una cosa que no se consigue tan fácilmente: paciencia para soportar vivir con tan poca cosa.

Y tal vez te des cuenta de que en definitiva, para vivir, no hacen falta tantas cosas. ¿Qué cosa, no?

 

 

Fuente: TELAM

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