«Sistema de garantía de indemnizaciones es el proyecto de ley Cambiemos» es inconstitucional te contamos porque y para que
23.09.2021
El proyecto de ley de Cambiemos "Sistema de garantía de indemnizaciones" es inconstitucional, asi lo expresa en una entrevista en el progama " La excepcion a la regla" donde el prestigioso abogado laboralista Gustavo Ciampa presidente de la Corriente de abogados/as laboralistas 7 de julio fundamenta el porque de su inconstitucionalidad.
“Esta es una reforma que no puede llevarse adelante porque el artículo 14 bis de la Constitución Nacional ordena proteger a los trabajadores del despido arbitrario”.
Entrevista y los fundamentos de la inconstitucionalidad del proyecto de ley Sistema de garantía de indemnizaciones
El proyecto de lley que busca reflotar las politicas Neoliberales fracasadas del pasado
Primera ola neoliberal la Dictadura
Con la última dictadura se inició una larga etapa histórica de Argentina marcada por las transformaciones económicas, políticas y sociales debidas a la aplicación de las políticas neoliberales.El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 tuvo, en lo económico, un objetivo muy claro: instaurar a sangre y fuego el neoliberalismo en la Argentina. Para ello, desplegó un conjunto de medidas –en línea con lo propuesto por los principales organismos internacionales– que reconfiguraron la economía local y su inserción en la economía internacional.
Segunda ola neoliberal decada 90 en democracia Menem lo hizo
“En diciembre de 1991 se sancionó la Ley de Empleo cuando la desocupación estaba en el 6% que creó 4 modalidades de empleo: dos de ellas no tenían indemnización por despido y las otras dos tenían medio sueldo como indemnización”.
“En la época Menem - De la Rúa la desocupación creció hasta un 21 %”
“En el 2004 se restableció el régimen de indemnización por despido y la desocupación bajó al 6.6%”
“La economía produce el empleo, no las leyes laborales”.
“La industria de la construcción es una de las que mayor cantidad de trabajo en negro presenta”
Tercera ola neoliberal 2016 el gobierno Mauricio Macri
El macrismo retoma el impulso para profundizar esa línea.
“En el 2017 dijeron que no iba a haber reforma laboral flexibilizadora y poco tiempo después proclamaron una”.
“La protección en el empleo es condición en el ejercicio de cualquier trabajador o trabajadora”.
Mauricio Macri cortó de tajo; su administración comenzó por sustituir a casi la totalidad de los miembros del gabinete nacional que habían trabajado en el ciclo kirchnerista, y a manejar un discurso derechista, como antítesis del peronismo. La representación partidista de la alianza Cambiemos presentaba una visión liberal-republicana, en defensa del funcionamiento institucional estatal; era plenamente contraria al “populismo estatal” tan característico de los Kirchner (Vommaro y Gené, 2017: 233), quienes se habían dedicado a desacreditar a las instituciones nacionales y extranjeras a lo largo de sus mandatos.
La crítica a la oposición peronista se reflejó también en el ámbito social. Su promoción férrea de la unión de los argentinos y la renovación política con una retórica anticomunista, en favor de la globalización y en contra del aborto y la inmigración, finalmente contribuyeron al triunfo electoral de Macri, con el apoyo de las esferas más conservadoras del país. Su gobierno liberal, crítico del aislacionismo internacional y en favor de la meritocracia y el emprendedurismo empresarial (Stefanoni, 2019; Tokatlian y Russell, 2016), se centró en una visión modernizadora gerencial de la política, el Estado de apertura y la desregulación económica controlada, por medio del ajuste fiscal y la promoción de las inversiones privadas, aunque mantuvo muchos de los programas de gasto social impulsados inicialmente por los Kirchner, en lo que él mismo llamó: “gradualismo”; evitó así una terapia de shock -en palabras de Vommaro y Gené (2017: 234) - que lo asociara con el radicalismo menemista de los años noventa (Mason-Deese, 2019).
De igual forma, el nuevo gobierno criticó severamente las políticas previas sobre los subsidios a los servicios públicos y el aumento al gasto público; consideraba que el incremento en el poder de compra y el consumo popular habían sido en realidad un crecimiento ficticio, por lo que pronto se encargaría de revertir estas políticas. Apenas a un año en el poder, la popularidad del presidente ya comenzaba a descender considerablemente (de 64% en diciembre de 2015 a 46% en diciembre de 2016), pues, además de los problemas económicos latentes, empezó a percibirse desde muy temprano en el país la falta de intención gubernamental por acercarse y cuidar de la población (Vommaro y Gené, 2017: 247).
Este gobierno implicó para los argentinos el retorno a la era neoliberal impulsada por Carlos Menem a finales del siglo XX. El flamante presidente Macri se encargó, durante los cuatro años que duró su mandato, de impulsar un ambicioso programa de reformas estructurales al sistema interno, encaminadas, principalmente, a corregir los desequilibrios económicos internos y recuperar la confianza internacional, por medio de acuerdos para el pago de la deuda con los tenedores de los fondos “buitre”, los cuales implicaban en sí mismos la reconciliación con el FMI y otras instancias financieras globales. Después de 14 años en suspensión de pagos, finalmente se reestructuró la deuda a los acreedores, con el aval del FMI en el acuerdo, según sus premisas y estatutos internos (Rebossio, 2014). Entonces, la intención central era reinsertar al país en el mundo, al retomar las relaciones exteriores con las potencias occidentales (Mazzina y González Cambel, 2018), principalmente con los Estados Unidos y la Unión Europea.
En la necesidad de atraer inversión extranjera, la cual se había ahuyentado durante el gobierno populista de Cristina Fernández,8 Macri hizo un ajuste monetario mayor, al suprimir barreras arancelarias e implementar exenciones a los impuestos en la industria de exportación -principalmente, la agrícola y la minera-. La reforma tributaria promovida por el gobierno en 2017, que accedía a la presión de inversionistas y organismos financieros internacionales, implicó la reducción de subsidios a servicios públicos y transporte, con la consecuente disminución del gasto público y el aumento de los impuestos y los precios al consumidor (Mason-Deese, 2019). Su intención de incentivar la inversión privada a través de mayor rentabilidad, aunada a la reducción del gasto estatal en servicios públicos, llevó al gobierno a la decisión de ajustar las tarifas de dichos servicios, antes subsidiadas por el peronismo. El aumento de los costos alcanzó hasta 500%, lo que obviamente derivó en un fuerte rechazo social (Vommaro y Gené, 2017: 239).
El plan de austeridad, basado en las fórmulas tradicionalmente neoliberales, lejos de mejorar la calidad y las condiciones de vida de los argentinos, disparó la pobreza,9 al grado de llegar a casi dos dígitos en las cifras del desempleo y una hiperinflación incontenible. En sus promesas de campaña, Mauricio Macri había ofrecido como principal consigna reducir la inflación que en 2015 alcanzaba 30%; sin embargo, en 2018 ésta llegó a la alarmante cifra de 47%: se registró así la mayor alza en 27 años (Prado, 2019), junto con una sobrevaluación del dólar que pasó de 10 a 46 pesos en cuatro años (Stefanoni, 2019: 224).
La reacción desesperada de Macri ante tal crisis y el desplome rampante de la moneda argentina fue recurrir al sobreendeudamiento estatal 10 y a un nuevo acuerdo con el FMI, por un préstamo total de 57 000 millones de dólares (Rivas, 2018), el monto más elevado otorgado en la historia del organismo (Mason-Deese, 2019: 320). El supuesto equilibrio fiscal primario que se alcanzaría a finales del siguiente año, por medio del aprovechamiento “eficiente” de los préstamos internacionales, no surtió efecto. El peso argentino continuó depreciándose en 2019 hasta 65% desde abril de 2018, con una contracción económica de 2.5% del PIB en 2018 y su mismo equivalente en el primer semestre de 2019 (Banco Mundial, 2019).
Resumen estas elecciones legislativas son decisivas para los trabajadore/as
La impactante crisis económica que vivió Argentina en 2001 fue la dolorosa consecuencia de gobiernos ultraneoliberales, que se dedicaron a privatizar la nación y manipular el valor monetario interno en su juego paritario con el dólar estadunidense, lo cual finalmente los llevó a un callejón sin salida. Después todo lo vivido vemos que la lección no fue aprendida.
La historia se repite, con una economía volátil, una inflación rampante y una moneda por demás devaluada, que llevaron al gobierno en las ultimas elecciones Paso, a replantear estrategias frente inflación, recesión económica, deuda externa, préstamos internacionales y devaluación monetaria .Todos estos temas son términos tanto comunes como despreciables para los argentinos.
La experiencia tan penosa con la crisis económica que afronta el país a principios de este siglo puso a prueba la capacidad de supervivencia social y económica, así como el nivel de confianza en las instituciones políticas internas y en los organismos financieros internacionales.
Por ultimo habra que replatearse para las proximas elecciones de avanzar este projecto de ley las consecuencias para el mundo del trabajo son un avance mas del neoliberalismo que cada trabajador/a deberia estar dispuesto a defender porque
.“¿Qué trabajador o trabajadora va a reclamar por horas extras que no le pagan o una licencia no dada si el empleador puede despedirlo al día siguiente sin pagarle indemnización?”
“ Aquél que no tiene un empleo con tal de acceder a un empleo o aquél que está en riesgo de perderlo, están dispuestos a renunciar a cualquier derecho para tener un empleo o conservarlo”.
Por tal motivo estas elecciones legislativas no son una eleccion mas son la oportunidad de salir de estas politicas neoliberales que durante decadas llevaron al mundo del trabajo a una flexibilizacion encubierta y que de avazar este proyecto de ley desprotegeria a las futuras generaciones de trabajadore/as.
Fuente: CONSENSO PATAGONICO