Lo que hay detrás del conflicto entre el Gobierno y la UIA
11.03.2018
Panorama Semanal por Alejandro Bercovich. Esta semana los empresarios en la mira, ¿Macri contra todos o mero cambio de figuritas?.
La embestida del Gobierno contra los industriales es mucho más que una sobreactuación prescripta por Jaime Durán Barba para recuperar alguno de los diez puntos de imagen positiva perdidos desde la agónica aprobación de las reformas fiscal y previsional, devaluación y tarifazo mediante. El mote de "llorones" que les colgó Francisco Cabrera el sábado, la felicitación del Presidente a su ministro de la Producción en la reunión de gabinete del martes y la venia oficial al lábil juez Luis Rodríguez para que encarcelara ese mismo día al metalúrgico Juan Carlos Lascurain no son solo un intento de disipar la idea de que Mauricio Macri "gobierna para los ricos", sino una puesta en acto del desprecio que el mandatario sintió siempre por los pares de su padre. El ataque a los que "no se animan a competir", adicionalmente, puso de manifiesto el rol subordinado que la administración Cambiemos asigna en su economía a la industria manufacturera, el sector que sigue más lejos de recuperar los niveles de actividad y empleo de cuando asumió.
El armisticio que ofrecerá el lunes Marcos Peña a la cúpula de la UIA bajará el tono de la confrontación pero no pondrá fin a los desencuentros. Los propios industriales se sorprendieron anteayer por la cantidad de mensajes que recibieron de ejecutivos de otros sectores tras su entredicho con el "latin lover", como llama en broma Macri a Cabrera desde que las revistas del corazón lo retrataron a punto de subir a un avión privado con Juana Viale. "Bien parado el carro", decía uno de esos mensajes de texto, que un miembro del Comité Ejecutivo exhibió ayer a BAE Negocios en su iPhone, justo cuando trascendía la excarcelación de Lascurain.
Lascurain pagó $100 mil de fianza y quedó en libertad
Si bien Miguel Acevedo prefiere no hacer olas y busca restablecer un canal de diálogo que empezó a resentirse el año pasado, con el faltazo de Macri a la Conferencia Industrial, los hombres de negocios ocultan cada vez menos su inquietud por los magros resultados de la política económica. Muchos vieron con satisfacción que la mano derecha de Luis Pagani en Arcor, Adrián Kaufmann, denunciara que las importaciones de tomates se hayan multiplicado por 50. El director ejecutivo de la Fundación ProTejer, Ariel Schale, le recomendó ayer mismo al Gobierno "que no se pelee con la realidad". Y advirtió que la ropa es cara en Argentina, como dijo Cabrera, porque el 50% de su precio se lo lleva el Estado a través de distintos impuestos.
Los problemas que aquejan a la industria están lejos de resolverse, incluso si se aprobara la minirreforma laboral que propondrá Peña el lunes como prenda de paz. La actividad cayó en diciembre un 1,5% interanual según la medición de la UIA, que exhibirá crecimientos entre enero y marzo por la baja base de comparación del año pasado pero que luego volverá a amesetarse. El uso de la capacidad instalada cayó entre diciembre y enero 2,4 puntos y no llega al 62%, según el INDEC. La balanza comercial del sector cerró 2017 con un déficit inédito de más de u$s 38.000 millones, no porque la industria en sí importe más de lo que exporta sino por el aluvión de bienes de consumo que entró al país y por los bienes industriales intermedios que importan otros sectores. Los 68.000 empleos perdidos en las fábricas resienten a su vez la rueda del consumo: sus operarios están mayoritariamente en blanco y ganan entre tres y cinco veces lo que se paga en los puestos creados durante la era Cambiemos.
La nueva ola
Macri sueña con un empresariado más joven que él, achupinado y cosmopolita, al estilo de Marcos Galperín, el creador de MercadoLibre.com y su favorito entre los unicornios, como se conoce en el mundillo emprendedor a las compañías tecnológicas valuadas en más de 1.000 millones de dólares. De hecho, el empecinamiento de Alberto Abad por recuperar casi 1.000 millones de pesos en impuestos que ML evitó pagar basado en un régimen de promoción que no le correspondía fue una de las razones que lo convenció de eyectar de su cargo al jefe de los sabuesos.
En tono doctrinario, Peña dijo anteayer ante el Rotary Club que "estamos en una democracia republicana y capitalista que cree en la competencia" y que hay que dejar atrás "la idea de que las cosas se resolvían en una mesa con un Estado que te decía cuánto ganabas y cuánto perdías". Una alusión elíptica a la relación estrecha que tejió Lascurain con Julio De Vido durante el último kirchnerismo, pero que también describe la trayectoria de los Macri, los Roggio, los Weiss, los Fortabat, los Rocca y la muchos otros grandes grupos económicos.
El problema es que la nueva camada conserva algunos de los vicios de sus padres. El propio Galperín intentó tomar prestados otros 4.000 millones de pesos del Banco Nación a tasas de interés subsidiadas para apalancar su salto del e-commerce a la banca online, que acaba de iniciar de todos modos sin esa colaboración. Pese a la reticencia de Javier González Fraga, estuvo a punto de lograrlo. El crédito blando terminó de naufragar cuando este diario lo reveló, el 23 de noviembre pasado.
La crisis, como escribió Antonio Gramsci, ocurre porque lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir. Junto a Galperín, por ejemplo, militan en el Business-20 (la pata empresaria de la cumbre del G-20 que organiza este año Argentina) veteranos como Jorge Neuss, el nieto de Hermann, el creador de los famosos jugos que la familia vendió décadas atrás. El empresario supo arrimarse al poder en los 90, en largos partidos de golf con Carlos Menem, gracias a los cuales terminó por alzarse con la privatización del espectro radioeléctrico justo cuando irrumpía la tecnología de los celulares. Después logró escapar indemne del escándalo por las coimas de la francesa ThalesSpectrum gracias a que su hermano, Germán, había estado casado con Marta María Fátima Diez Ojeda, hermana del juez que lo investigó. Las segundas nupcias de Germán con Gabriela Flores Pirán le granjearon ahora a su hermano un renovado acceso a Olivos: un hijo anterior de Gabriela, de apellido Escalante, acompaña como fotógrafo web a Macri desde que era intendente.
Doctrina del shock
La ausencia de un empresariado local decidido a invertir en el país la riqueza que acumula en el exterior fue el límite con el que chocaron todos los ciclos de crecimiento desde el fin de la dictadura que intentaron emular a Brasil, el vecino industrializado. La estrategia de Cambiemos apunta en otra dirección: Chile, Colombia o Perú, potencias exportadoras de materias primas sin industria y con enclaves turísticos o de otros servicios.
Esa vocación se intuye también en el reordenamiento del organigrama estatal que acaba de disponer el Ministerio de Modernización. El secretario de Industria, Martín Etchegoyen, sufrió un importante hachazo en los recursos a su disposición para incentivar la actividad fabril. De tres subsecretarías le quedó solo una, por la cual la UIA debió implorar antes que estallara el conflicto. A varias direcciones nacionales las degradaron a meras coordinaciones (dos escalones por debajo en personal y recursos), entre ellos la de Parques Industriales. Y la Dirección Nacional de Gestión Productiva bajó a dirección simple. El mismo rango que en Transporte le asignan al área encargada de fomentar la movilidad en bicicleta.
Los meritocratas herederos como Galperín, hijo de los curtidores de SADESA, y los cazadores de sombra como los Neuss forman parte del empresariado con el que le toca lidiar a Macri. Igual que Lascurain, que Luis Pagani y que su proveedor monopólico de hojalata Paolo Rocca, de Techint, a quien Cabrera pareció culpar cuando habló del "latón carísimo" que se usa para empacar el tomate en conserva.
Los industriales empiezan a otear un futuro negro en ese esquema. Lo que no está claro es si esta pelea romperá el hechizo que los mantiene cerca de Macri por temor a un regreso de lo que consideraban un populismo hostil, aunque los hiciera ganar más plata y emplear más gente. En otros términos, si seguirán priorizando su "stock" (como dueños de grandes fortunas) o su "flujo" (como empresarios que necesitan poner en movimiento ese capital).
Lo que parece buscar el Gobierno es que la realidad los pase por encima. Como a los sindicatos. Porque antes de la amenaza a Hugo Moyano con la cárcel, Macri supo hacer pie sobre un cambio social que ya estaba ocurriendo sin él, como bien advierte el politólogo José Natanson en el libro que acaba de publicar ("¿Por qué?", editorial Siglo XXI): el incremento de la informalidad laboral, el aumento de los trabajos a tiempo parcial, los contratos por objetivos y las estrategias de descentralización y tercerización de las grandes empresas. Lo que el autor llama la "neoliberalización de la subjetividad". Un mercado laboral de emprendedores auto explotados donde la sanción ya no es la suspensión o el despido, sino el fracaso.
Fuente: Diario BAE