Feminista en falta: Sofía Martínez, la Messi de la cobertura de Qatar 2022
23.12.2022
La periodista que emocionó al Diez es una chica rubia y joven a la que le dicen Sofi y a la que probablemente muchos subestimaron por eso. La chica que durante un mes trabajó en una tierra nueva y desconocida: la del primer mundial cubierto de manera amplia por periodistas mujeres en un país donde, paradójicamente, las mujeres son tuteladas por sus padres y maridos
Feminista en falta: Sofía Martínez, la Messi de la cobertura de Qatar 2022
La periodista que emocionó al Diez es una chica rubia y joven a la que le dicen Sofi y a la que probablemente muchos subestimaron por eso. La chica que durante un mes trabajó en una tierra nueva y desconocida: la del primer mundial cubierto de manera amplia por periodistas mujeres en un país donde, paradójicamente, las mujeres son tuteladas por sus padres y maridos
Ganamos la Copa del Mundo hace una semana, pero todavía hay quienes intentan análisis sesudos y metáforas sobre la selección, su triunfo y su manera de festejar junto a la gente que los soñó campeones y los esperó para abrazarlos como nunca antes. A veces las cosas quieren decir sólo lo que dicen y con eso ya es muchísimo.
No hay ninguna lección, ningún mensaje aparte de un Mundial que nos devolvió a 26 intocables y a millones de argentinos felices en tiempos por lo demás bastante oscuros. Y también alguna paradoja, como los millones de adoradoras del Dibu, hartas del macho deconstruido y rendidas ante la locura casi obscena de nuestro arquero estrella, que no pierde oportunidad para revolearle al planeta entero su masculinidad psicoanalizada. O de De Paul, el ladero perfecto de nuestro Leo, aunque haya elegido la foto con su novia famosa para las redes antes que el abrazo con sus hijos.
Como sea, ellos no pidieron ser ejemplo ni lección de nada –y eso que por lo menos hasta dentro de cuatro años no vamos a parar de ver ofertas de cursos y conferencias sobre la lección de liderazgo de Messi y la Scaloneta–. En el balance todavía eufórico saltan como con luminol los que nunca acompañaron y los que juzgaron la decisión de los jugadores de no pasar por la Casa Rosada como un gesto antidemocrático de mercenarios desclasados.
Pero frente a ese cóctel de lo peor que escuchamos en estas semanas donde hasta se le dijo vulgar al tipo más extraordinario del mundo, surgió también una voz humilde y femenina que puso las cosas en su lugar incluso antes de la final. Me animo a decir que la de Sofia Martínez será la cobertura que con los años más se recordará de Qatar 2022. La voz de una mujer en un país donde las mujeres son tuteladas por sus padres, maridos y hermanos aunque algunos políticos hayan preferido mirar para otro lado. La voz de una mujer para decir lo que importaba en el deporte más machista que se conozca. La voz de una mujer por sobre la mediocridad tautológica de la mayoría de los varones que durante décadas monopolizaron la crónica deportiva.
Después del partido contra Croacia y ante el más grande de todos los tiempos, Sofía Martínez dejó de lado el ego y aclaró como no suelen hacer tantos señores a los que les parece que sus opiniones tienen más relevancia que los goles: “Lo último que te voy a decir no es una pregunta”. Y en esa frase está todo. La síntesis del sentimiento de un país que ya no quería hacerles preguntas a Messi ni a Scaloni, sólo que supieran que los amamos con ese amor irracional, apasionado y sin condiciones que vimos en las calles este martes.
Sin respetar el protocolo, pero directo al corazón de nuestro mejor ídolo, mientras lo entrevistaba para la TV Pública, la periodista le dijo a Messi “lo que absolutamente todos le queríamos decir” en ese momento, como se reflejó en miles de mensajes en las redes que siguen viralizando sus palabras: “Se viene la final de la Copa y quiero decirte que, más allá del resultado, hay algo que no te lo va a sacar nadie: atravesaste a cada uno de los argentinos. No hay nene que no tenga tu remera, la original, la trucha, o la imaginaria. De verdad marcaste la vida de todos y eso para mí es más grande que cualquier Copa del Mundo. Y no te lo va a sacar nadie”, le dice a un Leo que sonríe, el Leo más lindo. Y remata: “Es un agradecimiento por un momento de felicidad tan grande que le hiciste vivir a tanta gente, ojalá te lo lleves en el corazón porque creo que es más importante que una Copa del Mundo y eso ya lo tenés. Así que muchísimas gracias, capitán”.
Algo parecido hizo frente a ese héroe medido y elegante que es el otro Lionel de este seleccionado. Ver a Scaloni emocionado antes de la final, agradeciéndole a su equipo por haberlo dado todo –lo mismo que hubiera dicho “cualquier argentino”, pero dicho por el técnico que cuestionó hasta Maradona y, de ahí para abajo, una legión de minions con micrófono– también fue mérito de Sofía Martínez.
Una chica rubia y joven a la que le dicen Sofi y a la que probablemente muchos subestimaron por eso. Una chica que durante un mes trabajó para la TV Pública, ESPN y Perros de la Calle en una tierra nueva y desconocida: la del primer mundial cubierto de manera no masiva, pero sí mucho más amplia por periodistas mujeres. Mujeres en general brillantes, capaces de resumir en su voz la de un país. Mujeres distintas, como ella, destacándose sobre una mayoría de varones comunes y peinados con gel, capaces de hablarle con soberbia y resentimiento al que para todo el mundo es “una cabra” –en inglés G.O.A.T, las siglas de Greatest of all Time–, la mejor de todas. Mujeres que, como ella, asumen su inseguridad ante el gran desafío de su carrera, “consciente del privilegio, y de que para jugar en primera hay que estar a la altura”, como escribió en un posteo a modo de balance.
Al final es como con esta selección a la que sería imposible narrarle mejor la épica de lo que lo hizo por su cuenta en cada gol y en cada gesto. Al final, parece que si nos dejan jugar somos mejores. Afuera de la cancha, no hay demasiadas dudas: la de Sofía Martínez será la única voz nueva que recordaremos de esta Copa del Mundo, la de una mujer en un mundo en el que todavía mandan los hombres. La voz de una mujer en un sistema donde los pactos y las reglas están hechos por varones que deciden y defienden una sede como Qatar sin poner ni un pero, y que durante el año ocultan y perdonan –o peor, minimizan– los abusos más aberrantes del fútbol local. Los mismos varones a los que no les importa que la defensa de la lucha por los derechos de las mujeres en su país le haya valido la pena de muerte al jugador iraní Amir Nasr-Azadani. Varones que dicen sueltitos de cuerpo que en Qatar los homosexuales viven tranquilos “mientras no hagan ostentación”.
La de Martínez es la voz de una mujer excepcional, a la que sus propios colegas definen como “la Messi” de esta cobertura, una voz que es a la vez superación y prueba de cuánto nos cuesta llegar y sostenernos. Y que vuelve a poner en valor medio siglo más tarde lo que dijo en 1970 la endocrinóloga feminista Estelle Ramey: “La igualdad entre varones y mujeres será real cuando una mujer mediocre pueda llegar tan lejos como un hombre mediocre”. Y se pueda peinar con gel para decir tautologías, defender barbaridades, o ensañarse con ídolos a los que no les llegue ni a los botines, agregaría ahora. O bueno, mejor no tanto.
Fuente: INFOBAE