Caso Dyatlov: científicos resuelven el misterio de los nueve excursionistas muertos en los Urales hace 60 años
03.02.2021
Creen que los jóvenes murieron por una avalancha provocada horas después de que hicieran un corte en la ladera nevada para montar su tienda
El 27 de enero de 1959, un grupo de diez excursionistas formado principalmente por estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales, dirigido por Igor Dyatlov, de 23 años, partió en una expedición de 14 días a Gorá Otorten, una montaña en la parte norte de la provincia soviética de Sverdlovsk. En esa época del año, una ruta de este tipo se consideraba muy peligrosa, con temperaturas de hasta -30 ° C, pero todos los miembros de la expedición eran experimentados esquiadores. Solo uno de ellos, Yuri Yudin, decidió dar marcha atrás dos días después. Nunca volvió a ver a sus compañeros.
Cuando el grupo no regresó al lugar de partida, el pueblo de Vizhay, en la fecha señalada, un equipo de rescate se dispuso a buscarlos. El 26 de febrero, encontraron la tienda, muy dañada, en las laderas de Kholat Syakhl, que se traduce como «Montaña de la Muerte», a unos 20 km al sur del destino de la expedición. Las pertenencias de los jóvenes se habían quedado atrás. Más abajo en la montaña, debajo de un viejo cedro siberiano, encontraron dos cuerpos vestidos solo con calcetines y ropa interior. Posteriormente aparecieron otros tres cuerpos, incluido el de Dyatlov, entre el árbol y el lugar donde estaba la tienda. Al parecer, habían fallecido de hipotermia mientras intentaban regresar al campamento. Dos meses después, los cuatro cuerpos restantes fueron descubiertos en un barranco debajo de una gruesa capa de nieve. Varios de los fallecidos tenían heridas graves.
Qué pasó hace 60 años en los Urales es uno de los grandes misterios de la historia de Rusia. Las autoridades soviéticas investigaron el caso pero lo cerraron tres meses después, concluyendo que una «fuerza natural irresistible» había causado la muerte de los excursionistas. En ausencia de supervivientes, la secuencia de acontecimientos de la noche del 1 al 2 de febrero no ha estado clara hasta el día de hoy y ha dado lugar a innumerables teorías más o menos fantasiosas, desde el Yeti hasta experimentos militares secretos, con la KGB metida de por medio. Ahora, dos expertos en avalanchas han estudiado el misterio y creen haberlo resuelto.
Avalancha por sorpresa
Johan Gaume, director del Laboratorio de Simulación de Nieve y Avalanchas (SLAB) de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, nunca había oído hablar de esta historia hasta que un periodista del «New York Times» le llamó para preguntarle una opinión experta. Los archivos sobre el caso acababan de ser resucitados por la Fiscalía de Rusia.
«Comencé a escribir ecuaciones y cifras en mi pizarra, tratando de entender qué podría haber sucedido en términos puramente mecánicos», recuerda. Lo primero que dedujo fue que una avalancha tomó al grupo por sorpresa mientras dormían en la tienda. Esta teoría, que es la más plausible, también fue expuesta por el Ministerio Público ruso después de que la investigación se reabriera en 2019 a petición de los familiares de las víctimas. Pero la falta de pruebas y la existencia de elementos extraños no lograba convencer a una gran parte de la sociedad rusa.
Intrigado, Gaume se puso en contacto con el profesor ruso Alexander Puzrin, experto en deslizamientos de tierra. Juntos revisaron los archivos soviéticos abiertos al público, hablaron con otros científicos y expertos en el incidente, y desarrollaron modelos analíticos y numéricos para reconstruir la posible avalancha.
Configuración de la carpa del grupo Dyatlov instalada sobre una superficie plana después de realizar un corte en la pendiente debajo de un pequeño arcén
Corte en la ladera
Según Gaume y Puzrin, esto es lo que sucedió en 1959: los excursionistas habían hecho un corte en la ladera nevada de la montaña para montar su tienda, pero la avalancha no se produjo hasta varias horas después.
«Una de las principales razones por las que la teoría de las avalanchas todavía no se acepta plenamente es que las autoridades no han proporcionado una explicación de cómo sucedió», dice Gaume. De hecho, hay una serie de puntos que contradicen esa teoría: primero, el equipo de rescate no encontró ninguna evidencia obvia de una avalancha o su deposición. Entonces, el ángulo promedio de la pendiente sobre el sitio de la tienda, menos de 30 °, no era lo suficientemente empinado para una avalancha. Además, si ocurría una avalancha, se desencadenaba al menos nueve horas después de que se realizara el corte en la pendiente. Y finalmente, las lesiones en el pecho y el cráneo observadas en algunas víctimas no eran típicas de las víctimas de avalanchas.
En su investigación, publicada en la revista «Communications Earth & Environment», Gaume y Puzrin intentan abordar estos puntos. «Utilizamos datos sobre la fricción de la nieve y la topografía local para demostrar que una pequeña avalancha de losas (que se forman con frecuencia en la nieve depositada por el viento) podría ocurrir en una pendiente suave, dejando pocos rastros. Con la ayuda de simulaciones por computadora, mostramos que el impacto de una losa de nieve puede provocar lesiones similares a las observadas», explica Gaume.
Vientos catabáticos
Uno de los factores más importantes en la tragedia fue la presencia de vientos catabáticos, es decir, vientos que llevan aire por una pendiente bajo la fuerza de la gravedad. Estos vientos podrían haber transportado la nieve, que luego se habría acumulado cuesta arriba desde la tienda debido a una característica específica del terreno que los miembros del equipo desconocían. «Si no hubieran hecho un corte en la pendiente, no habría pasado nada. Ese fue el desencadenante inicial, pero eso por sí solo no habría sido suficiente. El viento catabático probablemente arrastró la nieve y permitió que una carga extra se acumulara lentamente. En cierto punto, se pudo haber formado y propagado una grieta, lo que provocó que la placa de nieve se soltara», dice Puzrin.
Sin embargo, ambos científicos son cautelosos con sus hallazgos y dejan en claro que gran parte del incidente sigue siendo un misterio. «La verdad, por supuesto, es que nadie sabe realmente qué sucedió esa noche. Pero proporcionamos una fuerte evidencia cuantitativa de que la teoría de la avalancha es plausible», continúa Puzrin.
Los dos modelos desarrollados para este estudio, uno analítico para estimar el tiempo requerido para desencadenar una avalancha, y otro numérico para estimar el efecto de las avalanchas en el cuerpo humano, se utilizarán para comprender mejor las avalanchas naturales y los riesgos asociados. El trabajo de Gaume y Puzrin es un tributo al equipo de Dyatlov, que se enfrentó a una «fuerza irresistible» de la naturaleza.
Fuente: ABC